Como señalé, las únicas identidades fuertes en el régimen de las haciendas eran las de los patrones. Nacidos con la función del trabajo, en un régimen de explotación que pertenecía a un otro, al patrón, la educación se disponía como un proceso que habilitaba a los jóvenes y muchachos para el trabajo. Todos los muchachos y muchachas habían de esforzarse por convertirse en elementos fiables en el sistema de explotación del trabajo de las haciendas. Toda la agencia implicada en su proceso de aprendizaje estaba dispuesta, precisamente, para anular en un futuro esa misma agencia, de forma que los trabajadores se convirtieran en piezas dóciles en la movilización del trabajo.
Éstas son las personas que habrán sobrevivido a la Gran Tribulación y se habrán convertido en creyentes en el proceso. Dadas las características del pasado que los trabajadores y jornaleros vivieron, no es de extrañar la ambivalencia que suscita el recuerdo y la memoria de la historia reciente. En el servicio, al no existir separación entre el producto y la producción, las formas de hacer las cosas eran lo más importante, y lo que motivaba también los enfados mayores del patrón. Y entonces es la cosa que nosotros vamos, se van perdiendo varias cosas en nuestra época. Por lo demás ya se ha comentado el dominio que se extendía incluso a sus cuerpos: los patrones solían interferir en las posibles relaciones y novios que tuvieran las sirvientas, e incluso intentaban controlar su fecundidad.
Las sirvientas eran las trabajadoras más firmemente controladas por desarrollarse su labor en el espacio que era foco de expresión de la identidad del patrón, en la casa hacienda. En la casa hacienda estaban los límites y las fronteras de la privacidad, el espacio acotado donde el patrón podía alejarse de la publicidad del mundo, sentarse y volver la mirada hacia sí mismo para reconocerse. Lo que organizaba y ordenaba la hacienda entera era la voluntad del patrón. Las sirvientas tenían que convertirse en instrumentos de la voluntad del patrón. Y esa voluntad se ejercía de forma más plena dentro de la casa hacienda.
Aparte de estos trabajos estaban los trabajos feminizados, camiseta minnesota timberwolves 2019 2020 los de las mujeres que se encargaban del servicio doméstico en la casa hacienda. Si el control sobre la fuerza de trabajo se realizaba sobre una apropiación previa sobre los espacios, los trabajos más controlados y dominados eran aquellos que se realizaban en los espacios más próximos de la casa hacienda. Pero la suya era la única vivienda, el único espacio que permitía esta actitud de apropiación de sí mismo. Además, los trabajadores y campesinos estaban situados en unos espacios hacia los cuales el patrón estaba realizando una labor constante de apropiación. Sin embargo, los trabajadores y campesinos de este periodo carecían del espacio para alcanzar ese alto rango de la identidad.